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El mundo no tiene arreglo, por Rafael Bardají



¿Con qué palabras piensa Obama convencer a los ayatolas iraníes para que abandonen sus ambiciones nucleares? Hasta ahora con las sanciones eso ha sido imposible. ¿Qué piensa decir de convincente a los aliados europeos para que aumentemos nuestras tropas en Afganistán? ¿Cuál es el discurso que tiene preparado para evitar que Pakistán explote? ¿Con qué piensa convencer a Chávez?

Suele olvidarse de una vez a otra, pero es un hecho innegable que tras la fiesta viene la resaca. Por mucho que se celebre hoy la victoria de Barack Obama, mañana nos daremos cuenta de que no es Jesucristo, ni tampoco Kennedy y que por mucho que haga soñar con ello, el mundo no es un lugar fácil de cambiar.

Por ejemplo, ¿con qué palabras piensa convencer a los ayatolas iraníes para que abandonen sus ambiciones nucleares? Hasta ahora con las sanciones eso ha sido imposible. ¿Qué piensa decir de convincente a los aliados europeos para que aumentemos nuestras tropas en Afganistán? Sobre todo cuando la tónica general es todo lo contrario, salir corriendo de allí como de Irak. ¿Cuál es el discurso que tiene preparado para evitar que Pakistán explote? ¿Con qué piensa convencer a Chávez? ¿o a los islamista de Sudán? ¿Qué va a contar a los pobres de África? ¿Cómo cree que puede proteger a los trabajadores americanos de la globalización?

El mundo -y muy particularmente Europa- ha recibido a Obama como un nuevo mesías, cual promesa de un futuro mejor. Pero ni lo es ni lo puede ser. Además, no deja de ser paradójico que quienes así le ven sean los mismos que dan por muertos a los Estados Unidos como gran potencia. El XXI no será el siglo de América, se dice, aunque nadie sepa apuntar de quién va a ser si no. SI América es débil, su presidente, sea el que sea, lo será también a la hora de lidiar con los problemas del mundo. Es más, cuando América es débil, se cree débil, o se la ve débil, los problemas aumentan para todos.

Sólo los ingenieros y los abogados creen que hay solución para todos los problemas, con un poco de tiempo y dinero. Pero hay problemas que no tienen solución. Obama, que no es tonto, lo sabe. Nuestros obamitas deberían aprender de él. De momento, el gran cambio ha consistido en el apoyo de Obama al plan de rescate de la Casa Blanca de Bush y su esperado liderazgo para salvarnos de la crisis financiera en cederle el protagonismo a Gordon Brown y Sarkozy.

Fuente: Diario de América

 
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